domingo, 27 de mayo de 2012

El reinado más sincero de Elena Arzak

Elena Arzak. Diario de León.
El redundante tópico de que a las mujeres chef nunca se las reconoce, ha sufrido un considerable rapapolvo tras el reciente nombramiento de la cocinera vasca Elena Arzak como la mejor chef del mundo, según la prestigiosa revista británica Restaurant. Unos meses después de esta investidura, la cocinera vuelve a ser noticia gracias al premio de la muestra gastronómica de Daroca a la innovación, que le fue otorgado el pasado 15 de mayo en Zaragoza.

Junto a ella, nombres como Jordi Roca, Álex Mújica y Andrea Tumbarello recibieron también este premio de carácter nacional que pretende enfatizar la naturaleza agroalimentaria de la zona y situar a la Comarca de Campo de Daroca en un lugar destacado del desarrollo rural. Con este reconocimiento, Arzak no cesa en su ascenso hacia la popularidad que en el último mes ha sido motivo de numerosas entrevistas y reportajes en publicaciones de medio mundo.

La periodista Charlotte Druckman, en su artículo Why are there no great women chefs? de la revista americana Gastronomica, vinculaba esta situación a la falta de conciencia social o al concepto que tienen las instituciones de lo que un "gran artista" debe ser. Una polémica siempre presente en el ámbito de los fogones.

Carme Ruscalleda o Johanna Maier
mantienen sus condecoraciones estelares de la editora Michelín sin apenas hacer ruido en el escenario público. Ferrán Adriá o Sergi Arola son nombres mucho más presentes y repetidos. Personajes que a pesar de no superar las cinco estrellas Michelín que Ruscalleda mantiene a su espalda, siguen siendo más populares que la cocinera catalana. ¿Coincidencia o una tendencia social...?

Y es que esto último es a lo que la revista Gastronomica alude: a una concepción errónea de la mujer en la cocina y a una diferenciación arbitraria entre cocinero y chef. La palabra chef ha adquirido en los últimos tiempos un sentido cercano al de artista, creador... Se ha distanciado con creces del cocinero que rutinariamente preparaba platos de menú para despacharlos cuanto antes en las mesas de su establecimiento. 

Vicente Todolí arrancaba el volumen 'Ñ' de la revista Matador en enero de este año con una frase definitiva: "Ferran Adrià no es un cocinero. Es un creador y un intérprete que ha convertido la cocina en una representación, en una ‘performance’, en una ópera […]". Una descripción quizás excesiva para una profesión que hasta hace bien poco, era de las más sufridas. Adriá nunca declinó de manera rotunda este sentido de su profesión. 

Juan Mari y Elena Arzak. Ine.es

Y es que lejos de sumarse a esta corriente superflua, elevada a las más altas constelaciones e interpretada como virtuosismo extremo, Elena Arzak no es nada de eso. Ella es cercana, campechana, fiel a sus principios y humilde con una profesión, la suya, que sin duda tiene mucho de arte, pero también de artesanía. "Los premios son una gran inyección de energía positiva, pero no me van a cambiar" afirmaba la chef en su última entrevista para El País Semanal.

El hecho es que nuevamente, Elena Arzak les echa un pulso a sus colegas del género masculino y contribuye a representar a todas esa mujeres que siempre estuvieron resguardadas entre los fogones de sus cocinas. Lo hace junto a su padre, Juan Mari, en un tándem perfecto que ha sabido representar la más humilde y modesta cercanía de lo que un cocinero debe ser.

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